Según la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes ha aumentado a nivel mundial, lo que representa un importante problema de salud pública, con tasas que alcanzan una prevalencia del 18%, abarcando tanto el sobrepeso como la obesidad y afectando a ambos sexos por igual. En este contexto, en una revisión realizada por Maneschy et al en mayo de este año, se ha sugerido que la ingesta de alimentos y los patrones dietéticos tienen un impacto significativo en el desarrollo de la obesidad infantil.

Mediante dos cuestionarios ampliamente utilizados y validados, el CEBQ y el DEBQ, investigan el disfrute de la comida y la respuesta a la comida y se han descubierto que las puntuaciones más altas en estas subescalas se asociaban con una mayor ingesta general de alimentos.

Entre los hallazgos se encontraron asociaciones significativas entre una mayor participación en conductas de evitación de alimentos y la ingesta dietética. La quisquillosidad con la comida se asoció con un menor consumo de verduras, así como otros grupos de alimentos como la carne, el pescado y los cereales integrales

Una mayor participación en conductas de aproximación a la comida y una menor participación en conductas de evitación de la comida se asociaron con un mayor consumo de alimentos como pan blanco, queso, carne, chocolate y snacks, lo que puede aumentar potencialmente el riesgo de desarrollar obesidad durante la infancia y la adolescencia. Sin embargo, cabe destacar que las conductas de aproximación a la comida también demostraron un alto consumo de alimentos saludables, incluidas las verduras y las frutas.

Comprender las conductas alimentarias puede ayudar a prevenir enfermedades relacionadas con la ingesta de alimentos y la composición corporal, destacando objetivos específicos para la intervención.